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Sexismo Ambivalente

El constructo sexismo ambivalente ha sido ampliamente avalado (p. e., Expósito 1998; Glick y Fiske, 1996, 1999; Glick, Fiske, Mladinic, Saiz y Abrams, 2000) por lo que se ha convertido en una de las perspectivas actuales más importantes en el estudio del sexismo, reflejando ser una manera adecuada de conceptualizar y medir el tipo de prejuicio existente hacia las mujeres en la actualidad. La escala para evaluar este constructo  y que han elaborado los propios autores es el ASI (Escala de Sexismo Ambivalente hacia las Mujeres), que mide ambos componentes del sexismo por separado (Glick y Fiske, 1996).

Para la escala se construyeron y validaron una serie de 22 ítems, con la intención de encontrar la estructura teóricamente propuesta  de los seis factores que componen las dos dimensiones del constructo.

Mediante las mediciones obtenidas con el ASI se ha podido demostrar que tanto el sexismo hostil como el benevolente presentan importantes correlaciones con actitudes que buscan legitimar el abuso hacia las mujeres dentro de las relaciones matrimoniales en sociedad como Turquía o Brasil, que, a pesar de su distancia geográfica tienen en común una estructura social de dominio predominantemente masculino (Glick, Sakalli-Ugurlu, Ferreira y Aguilar de Souza, 2002).

Con respecto al análisis factorial realizado al ASI en múltiples mediciones, sólo da cuenta de cuatro de los seis factores: un primer factor en el que se agrupan los tres componentes del sexismo hostil y tres factores más correspondientes a cada uno de los componentes del sexismo benevolente (Abrams, Viky, Masser y Bohner, 2003; Exposito y cols., 1998; Glick y Fiske, 1996; Glick, Fiske, Mladinic y cols., 2000; Saiz, Diaz, Ortega y Oyarce, 1998).

En el estudio transcultural de Glick et al. (2000) se aprecia que los países con puntuaciones más altas en el sexismo hostil presentaron a su vez altas puntuaciones en sexismo benévolo. Esto podría indicar que ambos tipos de sexismo funcionan como ideologías legitimadoras complementarias. Al mismo tiempo, se encontró que cuanto más sexistas eran los hombres de un país, más probable era que las mujeres aceptaran tanto el  sexismo hostil como benévolo. Parece que, por regla general, las mujeres tendían a asumir las creencias sexistas incurriendo en un comportamiento que podría explicarse desde la teoría de la justificación del sistema y la teoría de la dominancia social, es decir, aceptando, como grupo subordinado, las ideologías programadas por los grupos dominantes (Moya, 2004).

Un matiz interesante que ofrecieron los resultados del estudio transcultural de Glick et al. (2000) es que cuanto más sexistas fueron los hombres de una cultura determinada, mayor era la diferencia entre las puntuaciones de hombres y mujeres en sexismo hostil y mayor la aceptación del sexismo benévolo por parte de las mujeres. Esto podría estar indicando que las mujeres parecen utilizar el sexismo benévolo para defenderse, en el sentido de que cuantos más sexistas son los hombres, más necesitan las mujeres la protección, idealización y afecto del sexismo benévolo.

De esta manera, si ante los altos niveles de sexismo hostil en los hombres las mujeres desarrollan fuertes creencias benévolas, será bastante probable que las mujeres se limiten a desempeñar sus roles tradicionales y no desafíen el poder de los hombres (Moya, 2004).

Una duda que podría surgir es si el sexismo benévolo es un problema social por sí mismo y no por su relación con el sexismo hostil. Pero los resultados sugieren que no debemos dejarnos engañar por el tono positivo del sexismo benévolo. Para empezar, los estudios transculturales han mostrado que el sexismo benévolo está relacionado con medidas objetivas de la desigualdad de género existente en el país; en segundo lugar, las evaluaciones positivas que promueven el sexismo benévolo no se refieren a todas las mujeres, sino que se dirigen selectivamente hacia las mujeres que aceptan los roles femeninos tradicionales (esposa, madre y ama de casa, sobre todo); en tercer lugar, existe evidencia de que la aceptación por parte de las mujeres del sexismo benévolo dificulta su resistencia ante los actos sexistas, especialmente cuando éstos vienen justificados con motivos benévolos o tienen lugar dentro de las relaciones intimas (Moya, Expósito, Casado y Glick, 2003).

La escala ha sido adaptada en nuestro país por Expósito et al. (1998), demostrando excelentes propiedades psicométricas. Al igual que ocurrió con muestras estadounidenses (Glick y Fiske, 1996), los 22 ítems del ASI se agruparon  dentro de un único factor de sexismo hostil y tres factores de sexismo benévolo: El paternalismo protector, donde el hombre cuida y protege la mujer. La diferencia complementaria entre géneros, que se refiere a la diferencia de características desarrolladas por hombres y mujeres (en las mujeres la tarea socio-afectiva y doméstica, y en los hombres el ámbito laboral). Esto permitiría la división equilibrada del trabajo entre ambos géneros, con lo que supone una creencia legitimadora del sistema.

La concepción de sexismo ambivalente supone que ambos tipos de sexismo han de estar positivamente correlacionados (Moya, 2004), es decir, que las personas que presenten un tipo de sexismo tenderán a presentar el otro tipo también. En España, la correlación entre ambos tipos de sexismo es la más alta de las encontradas en los 19 países incluidos en el estudio de Glick et al. (2000) (hombres 0,49 y mujeres 0,64).

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Sexismo Ambivalente

La Escala de Sexismo Ambivalente (ASI)